UN MANTO DE AMARGURA PUEDE SER UNA NUEVA ESPERANZA
María Santísima de Nueva Esperanza se presenta en su festividad cobijada bajo el manto de María Santísima de la Amargura Coronada. No es solo un atavío de riqueza y belleza el que hoy la envuelve, sino un gesto cargado de memoria, de gratitud y de verdad. Es el reflejo fiel de lo que siempre ha sido y será para nuestra Hermandad: un refugio seguro, un abrazo maternal en los días de luz y, sobre todo, en las horas de oscuridad.
Zamarrilla ha sido siempre cobijo. En los momentos más difíciles, cuando la incertidumbre amenazaba con quebrar la ilusión, supo abrir sus puertas y su corazón, transformando la adversidad en un episodio eterno de la historia de la Semana Santa de Málaga. Allí, en la casa de unos hermanos que lo dieron TODO sin medida, Nueva Esperanza encontró amparo, consuelo y vida.
Y como solo la fe y el amor verdadero saben hacer, el milagro volvió a obrar: el romero verde se tornó en una rosa roja, el dolor se hizo promesa, y la Amargura se transformó en Nueva Esperanza. Porque cuando una madre cobija a otra madre, no hay herida que no sane ni noche que no termine en amanecer.